miércoles, 21 de diciembre de 2011

Quiero ser feliz

Llega la hora de ir a dormir, por fin, este día ha sido duro, muy duro. En el momento en el que pones tu cabeza en el cojín, te quedas mirando el techo pensando que has hecho para que te esté pasando todo esto, si realmente te mereces lo que te está pasando, si has hecho alguna cosa como para estar recibiendo golpes por todas partes. Te pasas minutos, tal vez horas, en ese momento el tiempo no existe, y solo te vienen problemas en mente, problemas, y más problemas..., hasta que empiezan a caer lágrimas de los ojos, y no puedes más, cierras los ojos, sólo piensas en soñar, en refugiarte en tus sueños y en si habrá alguna manera de no despertar más y quedarte en ese mundo maravilloso donde todo el mundo te entiende y te quiere. Sueñas, que eres feliz, que todo va bien, que la palabra problema en ese universo no existe, que eres libre, puedes volar, saltar alto, reír, llorar de la risa, abrazar a los amigos, perdonar a los enemigos, puedes hacer todo lo que quieras, pero el camino se hace oscuro, empiezas a tropezarte con muchas piedras, sientes aquel terrible nudo en el estómago que últimamente no desaparece, miras alrededor y tan solo hay telarañas y silencio, llegas al abismo, no hay salida, caes, abres los ojos, vuelves al mundo real, adiós a tu mundo de felicidad

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