Es fascinante poseer un folio en blanco. Vacío. Y dibujar en él.
Líneas improvisadas. Ideas plasmadas. Deseos a lápiz.
Un paisaje. Una niña. Unas flores...
De rojo las amapolas, y los labios de ella; montada sobre su pequeña bicicleta multicolor.
De amarillo su pelo largo y el sol.
De azul su mirada, y el cielo.
De verde la hierba y la camiseta.
De morado los pantalones y de marrón las montañas.
Un dibujo que recuerda a los que regalaba de pequeña.
Sigo pintando de alegres colores lo que de niña imaginaba que era la vida perfecta. Sin tecnología, con flores y entre naturaleza.
Un papel ahora vistoso y colorido que permite, por unos momentos, que aprecie cada trazo pensando en lo bonita que es la vida cuando la pintamos nosotros mismos...
<3
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